Hace 81 años, el 18 de noviembre de 1942, quedó marcado en la historia de los zulianos como uno de los eventos más significativos y trascendentales. En el Estadio La Ciega, el padre Olegario Villalobos coronó a la Virgen de Chiquinquirá, un acto que desencadenó emociones profundas y simbolizó un momento de fe y devoción inigualable.

La coronación de la Virgen de Chiquinquirá, también conocida como la Chinita de los zulianos, tuvo lugar en el Templo de San Juan de Dios, que fue elevado a Basílica Menor por la Santa Sede. El orfebre alemán Alberto Bishoff desempeñó un papel crucial en este magno evento, trabajando una corona de 10 kilos de oro y piedras preciosas, donadas generosamente por la comunidad.

El Estadio La Ciega, en el este de la ciudad, fue transformado en un majestuoso campo de coronación para albergar a miles de marabinos y visitantes de todo el país. La multitud presenció el acto litúrgico que declaró a la Virgen de Chiquinquirá como la Patrona Principal de la Diócesis, marcando un hito que resuena hasta el día de hoy.

La emoción fue palpable en cada rincón de Maracaibo cuando se liberaron palomas de colores: amarillo, azul y rojo, la trilogía del pabellón nacional. Este simbolismo de paz y júbilo quedó grabado en la memoria colectiva, mientras las lágrimas de los fieles se mezclaban con expresiones de fe profunda.

Se estima que alrededor de 100,000 personas se congregaron para presenciar la coronación canónica de la Virgen del Rosario de Chiquinquirá. Este evento se convirtió en un hito que consolidó la imagen de la Chinita como la madre, reina y patrona a la que se acude en busca de auxilio, protección y justicia política en el Zulia.

La coronación fue un esfuerzo colectivo del pueblo zuliano, que donó pedazos de oro, anillos, zarcillos, cadenas y otras piezas preciosas para la creación de la corona. El resultado fue una joya impresionante de ocho kilos de oro de 18 quilates, engastada con esmeraldas, rubíes y zafiros, que brilla con esplendor en el trono de la Excelsa Patrona.

El presidente de Venezuela en ese momento, Isaías Medina Angarita, junto con el Gabinete Nacional, asistió al histórico evento. Aviones militares rindieron homenaje sobrevolando el cielo, demostrando reverencia hacia la imagen renovada en la Tablita en 1709.

El obispo de Maracaibo, Marcos Sergio Godoy, tomó la corona de 10 kilos y la colocó en el templete donde se encontraba la Virgen, desencadenando una celebración con sirenas, cañones y campanas. Las peticiones para la Virgen resonaron: «¡Danos la paz! ¡Ilumina a nuestros gobernantes!»

Al finalizar la eucaristía, la Virgen regresó a su templo en un recorrido que contó con el fervor de los vecinos y la entonación del himno dedicado a la Chinita. Palomas pintadas de amarillo, azul y rojo, los colores de la bandera nacional, fueron liberadas en un gesto patriótico.

La historia cuenta que una paloma se posó sobre la corona de la Chiquinquirá, generando un momento de asombro y oración. Contrario a las expectativas, la paloma no manchó la joya recién colocada, provocando aplausos entusiastas cuando voló.

En la edición extraordinaria del 19 de noviembre de 1942, el Diario Panorama destacó: «Maracaibo escribió ayer la más brillante página en los anales de la iglesia venezolana». Hoy, 81 años después, seguimos cantándole a la Virgen de Chiquinquirá, celebrando la tradición y la resiliencia del pueblo zuliano. Esta devoción perdura, como lo demostraron los 410 gaiteros que interpretaron «Reina Morena» para optar al Récord Guinness el 8 de noviembre.

La coronación de la Virgen de Chiquinquirá sigue siendo un faro de fe y un símbolo de unidad para los zulianos, una celebración que trasciende el tiempo y se renueva con cada nota del himno que le dedicamos, honrando a la Chinita que sigue iluminando nuestros caminos. ¡Gloria a Ti, Casta Señora!

Lcdo. Fernando Martínez
CNP: 11.805